No es habitual que realices un pequeño acto vandálico durante tus vacaciones y logres salirte con la tuya.
Israel tiene mala fama. Por lo general, se le ve como un lugar de peligro y tensión, de excesos religiosos. Sin embargo, la mayoría de sus ciudadanos son gente como tú y como yo, haciendo su rutina diaria. Cuando visité el país, me sorprendió mucho y, hasta día de hoy, sigue siendo mi lugar favorito tras la India, que es el lugar en el que vivo.
Es una tierra de innovación. De la que si dijeses «Ofrece innumerables opciones a los turistas» estarías cayendo en la subestimación. Están constantemente abriendo nuevos restaurantes y tienen innumerables hoteles boutique, tours artísticos a través de la ciudad, bodegas, destilerías de whisky y prácticamente cualquier cosa que te puedas imaginar. Israel es una verdadera potencia en cuanto al sector hostelero.
Aquí recojo algunas de las experiencias que he vivido durante mi estancia en el país y que jamás voy a poder olvidar.
Un poco de vandalismo en Tel Aviv
Lo que hicimos era simplemente semi-ilegal, es decir, técnicamente es ilegal pero está socialmente aceptado. Los grafitis son un gran aliciente para los turistas que visitan el distrito artístico conocido como Florentina.
De hecho, cuando se borra un buen grafiti por el motivo que sea, el gobierno suele pedirle al artista que rehaga el trabajo original en algún otro sitio o en el mismo.
Hay muchísimos tours de grafitis en Florentina. Yo tomé parte de uno junto a uno de los artistas callejeros más afamados de la región, Oren Fischer.
Mientras que en el resto de tours casi siempre se limitan a enseñarte lo que hay, en esta nos las arreglamos para poder practicar un poco el arte del grafiti por nuestra cuenta, lo que hizo que me sintiera un tanto malvada aunque en el fondo no se tratase de nada malo. Después de todo, esto es parte del trabajo de Oren y estoy segura de que él sabe bien lo que hace.
Añadí un impecable dibujo del botón del corazón del Facebook en la pared en la que se me permitió pintar. Estoy convencida de que si se borra el gobierno se dará cuenta del terrible error que habrá cometido y me pedirá que lo vuelva a pintar.
Flotando en el mar Muerto
No puedes visitar Israel y no ir al mar Muerto. Por desgracia, es posible que desaparezca en unos 50 años debido a que se está usando demasiada agua del río Jordán para irrigar.
Flotar tumbado boca arriba sobre esta agua supersalada es una sensación increíble y, si te sacas una foto, sin duda se convertirá en tu nueva imagen de perfil de Facebook. Lleva toallas y jabón para la ducha de después y, mientras estés en el mar, evita a toda cosa que el agua entre en contacto con tus ojos o incluso tu cara. Y si encuentras algo de barro, cubre todo tu cuerpo con él; dejará tu piel tan suave como la seda.
Explorando la ciudad mediterránea de Acre
Acre debe estar entre en el top de tu lista de ciudades a visitar. Destaca porque allí los artistas locales tienen la genial idea de pintar las paredes y los techos de las casas de las mujeres del lugar. Luego, las propietarias de esas casas las usan como lugar de alojamiento y sacan un dinero.
Esta ciudad podría estar perfectamente en Italia o Grecia, no en Israel. Es más árabe que judía. Las vistas que ofrece del Mediterráneo, junto a la llamada a la oración propia de los musulmanes, da una atmósfera extraordinaria. El maricos está de muerte y Uri Buri es un lugar fantástico si lo que buscas es buena comida.
Me hospedé en un hotel boutique llamado Efendi, y he decir que fue una gran decisión. El sitio fue completado con los mismos diseños que los artistas del lugar hacen en las casas de los particulares, lo que le daba un toque artístico impresionante.
La magia de la vida nocturna de Tel Aviv
Ve preparado para la fiesta porque Tel Aviv es una ciudad que nunca duerme y en la que sus habitantes saben cómo pasárselo en grande. Bailan hasta el amanecer en el Breakfast Club. Toda la ciudad está inundada de pequeños pubs recónditos y de antros clandestinos así como de macrodiscotecas. La que más me gustó fue la Sputnik, repleta de pequeñas habitaciones, como si se tratase de un laberinto para recorrer a pie.
El ambiente es muy desenfadado, así que olvídate de tus vestidos de baile y tus tacones imposibles. Puedes llevar vaqueros, shorts, botas de combate, chaquetas de cuero, vestidos informales o incluso chancletas o chándal. Nadie se obsesiona con la vestimenta. Por otro lado, si lo que quieres es pasar desapercibido, el negro es un color ideal.
Degustando la comida local en una clase de cocina
Cuando pedí mi primer vaso de zumo de naranja en un puesto callejero, les pedí que no le echaran azúcar. Tras entregarme el zumo y probarlo, me resultó tan dulce que estaba convencida de que no solo no me habían hecho caso, sino de que le habían echado cantidades ingentes de azúcar. Pero no, la fruta israelí es así, muy sabrosa y dulce.
Los israelís no solo comen falafel y hummus. Hay muchas otras cosas para probar, como los kebabs, la comida israelí moderna, el marisco (que es increíble), una gran variedad de ensaladas y sus desayunos únicos sin parangón. En Israel puedes desayunar de forma tan copiosa que no necesitarás comer después.
Fui a una clase de cocina en la Golan Heights Winery y fue muy interesante ver lo sencilla que es la comida israelí. Cogen un vegetal, le añaden aceite de oliva del lugar, hierbas y limón, y con eso hacen una ensalada deliciosa. ¿Y qué decir del pan que sirven en la cena del sabbath? Matarás por él. Está buenísimo.
Invitada a una cena de sabbath
Ya que he hablado del pan, deberías saber que casi con toda probabilidad te invitarán a una cena de sabbath en algún momento. Los israelís son muy hospitalarios con los turistas y en cuanto hablas con ellos un poco querrán invitarte a una cerveza o salir contigo por ahí hasta las cuatro de la mañana mientras conversáis sobre todo tipo de temas. Al poco, te invitarán a cenar.
Aunque no todos los judíos israelís son practicantes, casi todos hacen la cena del sabbath, ya sea más por tradición que por una cuestión religiosa. Esto me lo explicó la familia con la que cené. Como ya he mencionado, en ella sirven el mejor pan que he podido comer en mi vida. Pero en realidad, no fue el pan lo increíble, sino cómo a lo largo de todo el acontecimiento cambiaban del inglés al hebreo para rezar junto a los niños. Fue maravilloso que me dejaran participar de ello. Así que, no te preocupes del qué dirán y haz amigos hasta que te inviten a sus casas. No te llevará mucho tiempo.
Aunque estas son las seis cosas que más me han gustado de mi estancia allí, hay muchas otras para hacer. Por ejemplo, surf. Además, no he mencionado la historia de Jerusalén y lo grandioso que resulta recorrer una ciudad con más de 5000 años y que puedes entender perfectamente gracias a las visitas guiadas que ofrecen.
Israel es una mezcla de modernidad y tradición, religión y rebelión. Así como ves a los judíos ortodoxos en algunas zonas de Jerusalén y McDonalds kosher (sin queso en las hamburguesas), también verás que la ciudad renace al anochecer cuando el mercado de frutas local, el Mahene Yehyda, se convierte en una hilera de bares.
Y aquí solo he rascado la superficie, si quieres exprimir el lugar al 100 % tendrás que visitarlo por tu cuenta.